martes, 31 de julio de 2007
Otra del CerdoTado
lunes, 30 de julio de 2007
Ocio etílico

Bendita condición etílica,
tangos, llanto, pena cruel de no tener.
Ahogar ja!,
verbo falso y cruento
engaño implacable del usurero imaginario,
esperanza inutil de sedar el sentimiento.
Adormecer cuando mucho si la suerte anda al lado nuestro
(y solo si se tiene).
Harto de huidas,
del frío delirante que no congela del todo
ni perdona la tibieza de la memoria.
Si sí, ya se que el olvido no existe
pero este recordar a diario me cutre,
me apuñala inmisericordemente,
me atormenta con residuos de la gloria que fué.
Hoy más que nunca quisiera creer en el olvido,
-espero que cualquier tarde gris desaparezca
tan sutilmente como llegó-.
no la nombro es cierto,
confiando a la ingenuidad su silente cacofonía
como analgésico de la rutina,
como anestesia para el batir del músculo impío que llamamos corazón
vaya pues!
como amuleto contra los fantasmas pasados
y las sobras de la soledad cotidiana.
1,50 esa es la cuantía soledad
"Medida con precisión"
-milímetros más o menos-.
Lo mismo que el espacio que ocuparan nuestros cuerpos sobre mi cama
ajada,
desmemoriada amiga que ya luce tan solo como el montículo
donde mi terco amasijo de carne y hueso se deja caer a diario
tan pronto como emerge victorioso
de la perene lucha del instinto y la determinación.
Vaya pues un último brinids
por aquel brebaje que soltó mi lengua.
Gravidez

Me he puesto grave otra vez y no precisamente a causa de aquellas dolencias que pueden mitigarse con un compuesto bromúrico.
He vuelto a ese estado en que todo me provoca grandes reflexiones, en que la tristeza de la vida que me rodea se acentúa marcadamente como una gran sombra sobre mi desvencijado cuerpo.
Ando como un pájaro herido
huyendo de las risas y las gentes,
arrastrándome en el caudal de la humanidad
como un ser ajeno, alienado.
Miro con extrañeza esas siluetas a mi lado,
en el metro, el trabajo, el parque...
los sitios públicos frecuentados por mis congéneres.
Alguno me percibe acaso y advierto el desconcierto en sus ojos sobre los míos,
como si dudara que este de pie ahí y me parezca -solo un poco (alivio!)- a él.
Un estúpido cubo gris me aloja al escribir,
me cubre, me protege, me encierra?
Nadie puede percatarse de mi estado,
-a alguien le importará, me importaría?-
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