lunes, 30 de julio de 2007

Gravidez




Me he puesto grave otra vez y no precisamente a causa de aquellas dolencias que pueden mitigarse con un compuesto bromúrico.

He vuelto a ese estado en que todo me provoca grandes reflexiones, en que la tristeza de la vida que me rodea se acentúa marcadamente como una gran sombra sobre mi desvencijado cuerpo.

Ando como un pájaro herido
huyendo de las risas y las gentes,
arrastrándome en el caudal de la humanidad
como un ser ajeno, alienado.

Miro con extrañeza esas siluetas a mi lado,
en el metro, el trabajo, el parque...
los sitios públicos frecuentados por mis congéneres.
Alguno me percibe acaso y advierto el desconcierto en sus ojos sobre los míos,
como si dudara que este de pie ahí y me parezca -solo un poco (alivio!)- a él.

Un estúpido cubo gris me aloja al escribir,
me cubre, me protege, me encierra?
Nadie puede percatarse de mi estado,
-a alguien le importará, me importaría?-


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