miércoles, 24 de octubre de 2007
Hermano
Desapareciste una mañana hermano
-perdona la osadía-
apagaste la luz del crucero aquel
nos abandonaste al gris asfalto
y la trémula indiferencia con que nos arropa el tic tac de cada día.
Con tu partida deje un poco de esperanza,
del aliento cotidiano en tu actuación circense
arte siempre digno y distante como el acto del morir.
Lucidez y dignidad por una moneda,
a cambio de un trozo de metal envenado por la cociencia de los hombres.
Vos en cambio, sos inmune a lo social
nada puede contra tí el imperio,
el de verdad, el palpable, el del acoso incisivo,
el del flagelo alimentario. No.
Te has hecho grande a fuerza de emanar libertad
al golpe esquivo y las sonrisas curiosas,
al guiño asalariado del cerdo;
riendo del pútrido brillo en las cadenas amargas.
Yo?
Yo soy solo un doliente más,
impersonal y anónimo.
Atónito apenas te dibujes entre el maquillaje rojinegro,
las curtidas botas, semillas de conciencia,
consignas monocromaticas y estoperoles geométricos.
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